domingo, 10 de mayo de 2009

Miles de familias están volviendo a los comedores comunitarios

ES POR EL AUMENTO DE LA INFLACION Y EN PLENA POLEMICA POR LOS INDICES DEL COSTO DE VIDA

Sólo Cáritas está dando de comer a 600.000 personas por día en 4.000 centros comunitarios. Hay comedores que tienen el doble de gente que el año pasado. En la Red de Bancos de Alimentos la demanda es un 15% mayor que en 2007.

La discusión se tensa a diario. Mientras el INDEC dice que en el último año los precios de la canasta básica alimentaria cayeron el 0,7%, y que por ende bajó la pobreza y no hay indigentes, desde otros ámbitos dicen lo contrario: la Asociación Dirigentes de Empresas, por ejemplo, asegura que desde noviembre de 2007 a hoy los alimentos aumentaron el 30%, y hay consultoras que ya proyectan una inflación anual acumulada de 21%.

La inflación golpea a la clase media: subieron las cuotas de los colegios, el supermercado, comer afuera, viajar, comprar ropa. Pero los más golpeados en esta puja de precios son los pobres (para algunos, más de 10 millones; para el Gobierno, unos 7 millones), que volvieron a pedir ayuda.

Los comedores comunitarios están llenos otra vez, algunos con el doble de gente que el año pasado. No hay en el país estadísticas que muestren la cantidad de comedores populares, ni el número de personas que dependen de ellos para su alimentación diaria. La publicación Tercer Sector estimó que habría unos 25.000 en el país. El Centro Nacional de Organizaciones de la Comunidad (CENOC) tiene inscriptos 2.224.

La Red Solidaria, que junto a especialistas de la Universidad de Buenos Aires está armando el "Mapa del Hambre", detectó 1.218, con un promedio de 150 personas en cada uno. Sólo Cáritas asiste diariamente a 600.000 personas en 4.000 centros comunitarios. "Siempre la inflación afecta de peor manera a los más desprotegidos. Sin dudas estamos mejor que en la crisis (de 2001/2), pero desde 2006 a hoy el deterioro es creciente. Todavía hay miles y miles de personas viviendo de planes sociales congelados.

Esa gente está mucho peor. Y no hablar de los trabajadores en negro, dependiendo de la buena voluntad de sus jefes", dice a Clarín el director de Cáritas, Gabriel Castelli. "En junio hicimos una encuesta que reveló que en los últimos meses se incrementó la cantidad de personas que van a las organizaciones en busca de asistencia alimentaria.

La mayor parte de los Bancos de Alimentos incrementaron en un 15% la cantidad de beneficiarios, así como también el número de organizaciones en lista de espera", contó a Clarín la presidenta de la Red Argentina de Bancos de Alimentos, Clara Crespo. Sólo en 2007 distribuyeron más de 5 millones de kilos de alimentos, entre 1.000 organizaciones que alimentan a 130.000 personas en Buenos Aires, Córdoba, Goya, Jujuy, La Plata, Mar del Plata, Mendoza, Neuquén, Salta, Tandil, Tucumán, Valle de Uco, Virasoro.

Y hay bancos en formación en San Rafael, Chaco, Santiago, San Juan. Para Sergio Britos, nutricionista y director del Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (CESNI), la demanda en los comedores comunitarios "creció exponencialmente": "El IPC (Indice de Precios al Consumidor) de los alimentos que aportan más calidad nutricional (carnes, aceites, lácteos, fruta, verduras) es lo que más subió desde mediados de 2005 a hoy.

En los hogares pobres no hay manera de comer bien. Todavía no estamos como en la crisis de 2002, pero estamos cerca". La Cooperadora para la Nutrición Infantil (Conin) asiste a 2.000 chicos en 20 centros repartidos por todo el país. "A la clase media le cuesta vivir con esta inflación, y teniendo en cuenta que el 40% de los argentinos vive bajo la línea de pobreza... sí, claro que aumentó la demanda de la gente.

Ojalá pudiéramos abrir más centros para responder a la demanda", dice Abel Albino, presidente de Conin y médico pediatra. Para Pedro Kramer, del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC), el problema que se presenta ante el aumento de gente en los comedores es que se diluyen las raciones para repartir entre más personas, y así todos terminan comiendo mal: "No hay balance nutricional, y empieza la desnutrición oculta".

Desde el Estado niegan que haya mayor demanda en los comedores comunitarios a causa de la inflación y la suba de precios: "No, no está ocurriendo eso. No vemos esa problemática", dice a Clarín Carlos Castagneto, vice del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Y da otras explicaciones: "Desde 2003 existe el Plan de Seguridad Alimentaria que alcanza a un millón y medio de familias y tiene un presupuesto de 882 millones de pesos.

El 70% de los convenios con las provincias es con la modalidad de tickets o tarjetas de compra. El monto mensual puede llegar a 250 o 300 pesos". Y sostienen a 1.700 comedores comunitarios, a los que asisten más de 150.000 personas.Carolina Stanley, directora de Fortalecimiento de la Sociedad Civil del Gobierno porteño, dice que asisten a 324 comedores con 34.000 raciones diarias de comida. El presupuesto anual: 27 millones de pesos, 2 pesos por ración...

Historia I
Las porciones son más chicasLos números son de lo más elocuentes: en la peor época de la crisis, es decir, en 2002, al Comedor Sol Naciente de la Villa 1-11-14 del Bajo Flores iban unas 700 personas por cada turno de almuerzo, merienda y cena. Los comensales fueron bajando paulatinamente con el tiempo, hasta llegar a ser 300 por turno a comienzos de 2007. Pero la inflación y el aumento de precios volvieron a llevar gente al comedor, y ya hay 450 personas por turno.

"En un año aumentó otra vez en un 50% la cantidad de gente que viene a pedirnos comida", dice a Clarín Lidia Hernández, al frente de la Asociación Civil Sol Naciente, que además tiene un hogar de madres solteras. El comedor, enclavado en la villa más grande de la ciudad (se estima que allí viven unas 50.000 personas) recibe 180 raciones del Gobierno de la Ciudad, a las que le suma la comida que pueden comprar con aportes del PNUD.

"Igual no alcanza, y lo que tenemos que hacer es repartir las raciones entre toda la gente", dice Lidia. Y se queja de los precios: "Con el kilo de carne a 20 pesos es difícil comprar para tantas personas.

Y cuando se cocina para muchos la calidad debe ser buena. Cuando recibimos fideos de mala calidad y los metemos en las ollas gigantes que tenemos, se deshacen enseguida".

Imposible negarle el plato de comida a nadie. Pero eso repercute en el resto, que ve cómo se achican las porciones a diario. "Y se ve que a la gente también le está yendo mal, porque a nosotros nos ayudaban mucho, pero este año las donaciones bajaron un montón", dice Lidia.

La mujer cuenta que las propias familias se van turnando: el que va a almorzar no va a cenar, y así. "Todo se cayó. Todo está peor. No sé cómo vamos a hacer si la cosa sigue así", se lamenta Lidia. Esta semana recibió una nota de la Comuna: no podían mandarle carne. Mandaron salchichas.

Coincidencias
Sergio Danishewsky

La secuencia se repite con puntualidad una vez al mes: las consultoras entregan sus mediciones de la inflación, el INDEC ofrece las propias sin que se le mueva un pelo y el hombre que lee diarios siente una mezcla de resignación y hastío. Es curioso: ajenos a esa serie de noticias a esta altura hilarantes, hay millones de compatriotas, cada vez más, que no tienen la menor idea de qué es el INDEC, que jamás reconocerían a un tal Guillermo Moreno. Y que sienten exactamente la misma resignación y el mismo hastío.

Historia II
"Ahora no nos alcanza"El Hogar y Casa del Niño San Martín de Porres, en Moreno, tiene 47 años. Allí van, cada día, 180 chicos de 3 a 14 años.

No sólo desayunan, almuerzan y meriendan, también tienen apoyo escolar, educación física, inglés. Reciben la atención de una asistente social y una psicóloga. Y tienen una biblioteca.Víctor Aranda, director del lugar, cuenta que recibe de Desarrollo Social de la Provincia 74.000 pesos cada dos meses.

Con ese dinero debe comprar toda la comida (preparan viandas para que también se lleven los fines de semana) y pagarle los sueldos a todos los profesionales que trabajan allí. "Ahora no nos alcanza, se hace muy difícil mantener el lugar. Y cada vez tenemos más demanda de gente. En realidad ahora tenemos 30 chicos de más, pero no se les puede decir que no. Son hermanitos de otros que vienen hace tiempo. Son familias que tienen necesidades, no los podemos dejar afuera", dice Víctor.

Historia III

"Hay más demanda"La Fundación El Pobre de Asis mantiene dos comedores comunitarios: en Coghlan (Parroquia Santa María de los Angeles, de los padres franciscanos) alimentan a diario a 180 adultos, mientras que en la Villa 31, en Club Padre Carlos Mugica, Barrio YPF de Retiro, dan asistencia a 400 chicos. "Hay más demanda.

Hay más gente que se acerca a pedir comida", explica a Clarín Alberto Villa Segura, uno de los directores de la Fundación. "Sin dudas el aumento de los precios y el aumento de la demanda de la gente incide en la cantidad y la calidad de los alimentos que se dan", explica Villa Segura. Y cuenta que el comedor de Coghlan tiene subsidio de la Comuna, mientras que el de Retiro lo tiene de la Nación. "Los subsidios se ajustaron, pero no al mismo nivel de los aumentos". ¿Cómo hacen? "Nos ajustamos. Y tratamos de buscar más donantes por otros lados", explica Villa Segura.

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